Lo “estético” posee una significación de tipo funcional, designando un punto de vista, un tipo de apercepción, una forma de concebir una vivencia de la captación de valores y del comportamiento cultural y espiritual.
Existe un comportamiento estético cuando contemplamos las cosas, y se realiza sin buscar otra finalidad de las que ellas dan a nuestros sentimientos. La esencia de la actitud estética se fundamenta en que nos entregamos por completo a contemplar o percibir auditivamente, sin buscar nada más allá de la pura impresión.
Encontramos tres puntos de vista distintos:
Punto de vista intelectual; el cual es teórico, no se interesa por el objeto pues este no tiene, ningún contenido real ni valor real, el teórico busca solo conocer las cosas, sin extraer de ella ninguna utilidad práctica, solo busca su objeto de conocimiento puro.
El punto de vista que asumimos en la conducta de la vida real la sometemos primero a la norma de la estética y en segundo lugar a las reglas de la economía, este punto de vista es práctico, aquí se tiene en cuenta la licitud y conveniencia de estos para la vida.
El punto de vista estético siempre es un fin, se distingue esencialmente por ser el reverso del comportamiento práctico. K. Kóóstlin expresa que cuando el objeto nos atrae o fascina por su forma, que nos entregamos al deleite a su contemplación sin aportar la mirada de él, esta actitud tiene como característica que nos estimula y llena nuestro espíritu de afanes deleitosos, de modo fácil y agradable con total libertad, sin imponer esfuerzo de trabajo “serio” practico u obligatorio encaminado a un fin.